Después de mucho tiempo dedicándose a ser ama de casa, mi madre decidió huir de esa rutina asfixiante cuando, a raíz de una amiga, se le presentó la ocasión de trabajar de agente inmobiliaria. Este era un trabajo a su medida, por la similitud en el tipo de habilidades sociales de mi madre y la que demanda esta profesión.
Creo que desde el principio adoptó un actitud bastante conveniente cuando se empiezan proyectos; optimista, paciente y perseverante. Desde aquel momento me convertí otra vez en su fan número uno, no es que alguna vez hubiera dejado de serlo pero, ya sabéis, los años de adolescencia minan mucho las relaciones y yo he sido de los que he tenido una adolescencia especialmente difícil.
Partiendo de ese punto de vista subjetivo de admiración absoluta, que solía contrastar con la aplastante realidad negativista que le añado inintencionadamente a todos los pensamientos acerca de otros que pasan por mi cabeza, inicié una observación de aquella nueva carrera de vida de mi madre.