Nuestras noches d Verano

No sé si soñamos tan fuerte para tener esto
desdibujamos algunos límites, cruzamos otros
siempre fuimos algo mesiático, nadie apareció
intangibles, algo sin definir, sin frenos

juegamos a las muñecas, un golpe de pulgar
un giro con retroceso, el derrape del humo
un giro delicado, la inercia que los guía
la música de los transparentes deshaciéndose

una chispa que desgasta muchas cosas
momentos de dudas, filtramos para que llegue
mis dedos tejiendo un abrigo como las arañas
mi mente atrapada, sus tentáculos abrazándola

otra noche más, otro día más que mediocre
otra leyenda de 24 horas, otro recuerdo (?)
- No es un recuerdo si puedes olvidarlo.
Puedes olvidarlo porque siempre estará

Algun juego estúpido que nos haga pelear
alguna idiotez suya que rompa carcajadas
y tu qué quieres, no me mires así...
más caricias clandestinas, una milésima más

Train

Las casas de tortura emocionales se ven desgastadas por el uso del móvil como nuevo método de tortura. Sí, claro que sí, ya no se encuentran esas miradas perdidas en los trenes que perforan sus ventanas.

Ahora nos tortura un último mensaje que no dice nada real de lo que somos. Un último mensaje idiota y fallido.

Ese esqueleto de vagones serpenteante que une los destinos de muchos, y en el que cualquier palabra puede romper en el debate y cruzar todas las fronteras prejuiciosas que nos separan con tal de matar el aburrimiento.

Me desespera, mi desamparo vuela, mis recuerdos de amores tan efímeros como la danza de un pétalo abandonado por los campos de flores de primavera, un pétalo que partió su corazón y sobrevuela colores vivos, luces intensas y un sinfín de escenarios relucientes, que denigra mi palabra con solo el querer del ser descrito.

Pues esos ojos, que no saben lo que buscan aunque no conozcan más que amor y desesperación, deambulan entre paisajes de costas espigadas, y, en mi humilde óptica, entrecruzan su horizonte con un atardecer rojizo y vacío, uno más, a la hora de siempre, en el tren de siempre.

Exquisito

Supranatural, suerte que ese duende mi guiña el ojo cuando realizo mis plegarias. Veloz y agitada, esa patata humeante capta el enfoque de mis cristalinos, abstrae mi atmósfera, envuelve mi más grande sentido.

Esa maldita patata, que con sus hoyos e imperfecciones, después de haber sido despojada de su ropa de invierno, disfruta de su caída libre hacía el acendrado plato.

Y ¡boom!, menudo estruendo, desmenuzada, a tajos incisivos, sobrepone las intenciones de su agresor a su propio cometido estético; sublima su belleza, la enalza: se sacrifica, a ella misma, a su icónica forma, para convertirse en un bonito concepto.

A gachas, a pedazos compactos, se esfuman sus intenciones a la par que se deshacen en su paladar, las patatas aplastadas.

El baile de la fregona

Tenemos fe en las cosas que nos rodean
somos un estallido de inspiración
con una camisa de mangas anchas
un estilo rebelde, imperecedero

Somos maravillas aun por descubrir
carezco de petalos entre mis propias espinas
mi guitarra son mis propias manos
y mis ojos, benevolos, te arropan cada noche

Nos dejamos deborar por alguna que otra sombra
brillamos ante luces insolitas y efimeras
nos hacemos de nuestro propio retrato intimista
lo que más nos representa es nuestro baile de la fregona

Nosotros mismos

A veces nos distanciamos, caemos hacía el sur
Dejamos de encontrar en nosotros mismos
aquello que nos hacía sentir especiales y únicos

Necesitamos conectar de alguna manera profunda
con el mar, porque las piezas no encajan
la vida se nos escapa entre bocanadas de aire
y por alguna razón no entendemos nada

Trascendemos entre intenciones y ademanes
deseos de poder, de sentir, de amar con locura
de despertar de un sueño lúcido sin abrir los ojos
nos equivocamos y parece que solo sepamos mordernos el labio

Dueños de nuestros colores, empoderados
nos sentimos fuertes, sonrientes, combatiendo contra
nosotros mismos, conectamos con nuestra música interior
Lloramos, desconsolados, aguerridos, como niños

Cuando llega el momento crucial, todo se reduce a nada
y aunque solo importe el instante presente
moldeamos con nuestras manos un futuro incierto
y lo único acertado es que acertamos al ser nosotros mismos

Colombia

Una mirada y todos ellos como jueces
lo que escribo, lo que siento, lo que muestro
y todas mis lágrimas como resultado
una media sonrisa frente a una carcajada estridente

Desafiante, inamobible, como un clavo, aferrándome
como cualquiera más luchandola a un sueño perdido
como cada mañana que me golpea con su taza de café
sin saber si es un medio o un fin no muy bien pensado

Un sonámbulo que deambula entre luces más brillantes
un tonto adormecido que espera la ostia pa que llegue
una lágrima entre sombras y miles de grises
una hoja de coca que se derrumba entre cacaos mentales

Un país que no levante, y la muerte que arremete
Y tu sonrisa tan negra, y tu cara tan morena
Y sus sonrisas tan amarillentas entre teces tan pálidas
y yo que hinco una rodilla, pero no porque quiera

Y mi Colombia entre tierras asperas, que huye del asfalto
que no arranca, que no retrocede, mis mil pelos negros
rizados, descelebrados, desamparados, que saltan
por precipicios de versos, que nunca acaban bien

Jodiendo límites

No podré superarte mientras siga escuhándolo
No podré dejarte pasar mientras sigas aquí cada noche
Aunque ya no me importe
Aunque ya no quieras esto realmente

Tus susurros como una canción de cuna
son la única mierda que me duerme cada noche
soy adicto a un pensamiento, lo mío no tiene cura
acabo siempre bebiendo la misma botella

Cuando se hace de día se queda tu olor
aunque tire mi ropa y lave las sábanas
ya sabes, cuando se me cierran los ojos
y cuando los abro y estás aquí

La droga más tóxica, mi mente a mil
creativa y destructiva, siempre desnuda
me tiembla toda la piel, me quema
otro ataque de pánico más, respira más lento



Después de vivir poco.