Princesita de mis madrugadas

En momentos de soledad me vuelvo débil. Penetran en mi coraza puñaladas varias, incisivos cuchillos en las rendijas de mis piezas de armadura.

Pensamientos afilados, torturas tediosas que rellenan algunas de mis tardes más perdidas. Recurrentes disparos cuyas heridas no sanan hasta la madrugada; que siempre se presenta esclarecedora, que me ilumina con su verdad y cierra mis heridas con los alcoholes más puros. 

Avanzo en una neblina espesa, mi visión no se aleja más de 5 palmos de mis ojos. Me envuelvo en un manto de esporas; espinas y dulces claves envuelven mi andar, recordándome, cada vez quiero ser libre, cada vez que intento volar, que queda mucho para poder abrir las alas.

La carga que arrastro se ha vuelto más liviana, pero se niega a caer en el olvido hasta completar mi conciencia. Lucho por encontrar el resquicio que permita a mi yo infantil perdurar al menos unos años más. Al menos mientras conserve el arnés salvavidas de ahora.

 

 

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