Y ¿ahora qué?
Es difícil lidiar con un pasado amargo e incorrecto del que no puedes librarte en los momentos en los que desearías poder borrar todo aquello de lo que te arrepientes, todo aquello en lo que te equivocaste, para poder empezar de 0.
Mentir es una escapatoria astuta pero de gran riesgo, demasiado como para ignorarlo, y que conlleva casi siempre grandes pérdidas.
En mi caso mentí para salvar la papeleta porque creí que era mi última oportunidad y que estaba al límite. Pese a mentir nada funcionó y acabé bastante afectado por el resultado. A veces, da igual lo que digas o lo que hagas, las cosas ya están jodidas y solo el tiempo las arregla.
Quizás es mejor dejar el contador a 0 cuanto antes, para que las autoreconstrucciones respectivas se realicen lo antes posible. El problema es que parches y mientas por miedo a perderlo todo, lo acabes perdiendo igualmente y luego exista una explosión mayor cuando advierten tu mentira.
Es decir, el tiempo cura, pero empieza a curar más tarde y además tiene que curar más cosas. También fui culpable por cansarme y dejar demasiadas cosas al azar, en vez de ligarlas bien.
Pese a todo eso, nadie puede borrar su pasado, y el mío me persigue como un fantasma asesino que nunca se va. Aunque yo me sienta diferente, sienta que ya no soy de la misma forma y que ya no volveré a cometer los mimos errores; él me degolla instintavamente, provocando un presente sangriento y un futuro desesperanzador.
Sin embargo, mis ideas no cambian, el hecho de pensar que estoy evolucionando y mejorando no cambia, y aunque no fuera así, sé que es de eso de lo que me debo convencer, de que poco a poco estoy mejorando hasta que por verdad o por convencimiento el cambio sea evidente.
“El diablo y la Margarita”
“Aunque mienta y lo rompa todo intentando esconder un pasado que no me representa. Te pido perdón, te sigo queriendo”