DURO – FUERTE – Y A LA CABEZA
Respira hondo, date un segundo para inspirarte, para emocionarte con algo realmente divertido.
Deja que fluya ese momento, desplázate, viaja acompañada y vive.
Ve a vivir ese momento increíble con un mogollón de personas increíbles.
Estas llegando a la cumbre. Con todas esas personas a las que quieres cerquita. A la puta cumbre.
Antes habías conocido a un chico, al típico nse; van todos vestidos iguales. De blanco y con pañuelito, y con la guasa. Te presenta a sus amigos, el típico grupito de niños ligoncetes. Te caen bien, bueno, sin más, ¿Tampoco lo recuerdas mucho, no? ¿O ya si más?
Y ahora sí, como una flor partida, llega el momento especial. Todo está lleno de luces y gira a cámara lenta. Te cruzas con las caras de las personas a las que quieras y solo gritas canción tras canción. Emocional, tiritas como nunca.
Comienza a hacer frío, ves algunos flashes sospechando que serán las cámaras de tus amigas, y comienzas a tener calor. Gimes, rozas, casi lloras y entras. Bebes un poquito más de tu vaso, tienes mucha sed, mucha calor. Todo tu cuerpo vibra.
De hecho, una vez leí que nada está nunca completamente quieto, quizás es por eso que la tranquilidad no existe, que la vida se mueve y te oxida, que te marchita, pero aun así te deja florecer. Este no es el caso.
Sigues ese traqueteo desenfrenado, y asciende todo a un nivel más allá. Paras y te preguntas ¿serán así las drogas?
Repreguntas, ¿si yo nunca he tomado drogas?
Ese pensamiento se disipa entre tanto humo, entre tanto ruido, tantas luces.
Empiezas a desvanecerte, ojalá pudieras echar a correr ¡joder!
Una manada de lobos disfrazados te acoge y te cuida. Te caza.
Te rodeo y te hace sentir indefensa. Te graba, como añadiendo una pieza más a su colección de presas. Te muestra sus colmillos, no para asustarte, sino para reírse de ti.
Te viola y te mata el alma. Te destruye.
¿porque ya no hay colores? ¿será que esta noche se ha vuelto demasiado oscura? ¿será que se han apagado las luces? ¿o será que no las ves desde ese portal?
Quizás estás en la puerta al infierno y no lo sabes, quizás ni con dos monedas para pagar al barquero te libras. Quizás acabas siendo víctima, quizás te suicidas y eres culpable.
No entiendes porque lo hiciste, no entiendes que hiciste, ¿porque tu hiciste algo, verdad? Porque si todo el mundo dice que fue culpa tuya, es que hiciste algo, ¿verdad?
Un ritmo de flauta ligera te consuela. Un ritmo ascendente, que se frena y continua. Un sonido único. Acompañado por una voz moribunda, que canta a través de una ventana por la que ya no entra luz.
Quizás el demonio no es tan malo. Quizás llevar dos cuernos es solo una forma de protegerse.
Solo se que llevar el alma en la mano es no tenerla dentro. En una época en la que nos guía lo emocional, ojalá nos domine la venganza.
Ojalá vuelva el rojo a sus cuellos, y ojalá no sean pañuelos.