1-O: Terrorismo policial

El día anterior me quedé a dormir con muchas amigas y amigos y excompañeros en mi antiguo instituto para protegerlo por la mañana. Sabíamos que debíamos mostrar una resistencia pacífica para evitar que se llevaran las urnas y pudiéramos votar. Después de desayunar (sobre las 4:30 nos despertamos todos y salimos delante las puertas del instituto) una lluvia de buena mañana nos cayó encima. Nos tuvimos que levantar, punto que jugó en nuestra contra más tarde.

Al otro lado de la calle, sobre las ocho y algo, vimos a un grupo de gente con chalecos y de negro viniendo en fila hacia nosotros (por cierto, lo de cruzar en verde no lo llevan claro). Más tarde nos enteramos que fuimos uno de los primeros centros de votación en los que empezaron a atentar. Todos, rápidamente, nos apelotonamos delante las puertas, de pie, gran error. Nos rodearon. Parecía una película de acción donde la típica organización mafiosa va a matar al protagonista y entonces sucede algo milagroso y se salva; no fue el caso. Empezaron a entrar por los dos lados de las paredes. ¡Algo saben hacer bien! Por los lados es mucho más fácil porque solo tienes la resistencia de un lado ya que en el otro hay la pared. Sin ningún miramiento de a quién cogían por el cuello, empezaron a estirar hasta que la gente salía despedida al suelo. Hasta había uno con un escudo, como si fuéramos a repartir. Vimos que era efectivo, así que nos sentamos como pudimos y nos cogimos de las manos. Cuando giré mi cabeza hacia la derecha presencié una de las escenas que me han dejado más tocado en mi vida. A mi lado tenía una señora que le pongo de setenta a ochenta años con la cabeza gacha, la mano en la frente y llorando. Le pregunté si estaba bien. Ella me miró, horrorizada, y me dijo que tenía miedo. No supe qué contestar. Se me heló la sangre y fue uno de esos momentos en que los libros dicen que al personaje se le paró el tiempo a su alrededor. Lo que me devolvió a la realidad fue que al compañero de mi lado lo sacaron de un tirón. Entonces, agarrado a una cámara estilo GoPro que había encendido mientras nos sentábamos, vi cómo esa mujer era arrancada por el cuello y lanzada hacia atrás. Me subió la adrenalina de golpe, por la rabia espontánea. De golpe, noté como uno de esos terroristas me cogía por el cuello; bueno, lo intentaba. Tengo un amigo que hace judo y alguna vez me ha hecho alguna llave. Sinceramente, debería enseñarle a ese terrorista nacional a coger por el cuello. Al final vino otro cómplice y me cogieron ya no recuerdo por dónde y me arrastraron fuera. Por suerte no caí mal. Llamé entonces al 112, número de emergencias. Ahí pedí ayuda por la violencia gratuita de la que estábamos siendo víctimas. Me pidió la dirección y dijo que enviaban ayuda. Pero no, la pareja de Mossos que había al otro lado de la calle estaba ahí inmóvil, mirándoselo todo. Me posicioné a primera fila para grabarlo todo. Veía camisetas desgarradas, gente grande, adultos, padres, madres, adolescentes… Todos sacados con una violencia digna de mantenerla en la memoria durante toda la vida. Un hecho destacable fue el de una amiga que salió despedida después que la coaccionaran; cogida de un compañero, uno de esos terroristas legales le cogieron un dedo y le dijeron que o lo soltaba o se lo rompían. Ya os podéis imaginar que cedió, como es de sentido común. Entonces llegaron las ambulancias.

Después de muchas protestas y de unos quince minutos, los de las “pruebas” entraron y salieron con urnas. Qué ridículo fue eso. Entre gritos, insultos y silbidos, y seguido por cámaras y un “tumulto”, como algunos prefieren llamarlo, de gente, fueron hacia sus vehículos. Al final no pasó nada más inesperado.

Entonces me enteré que un amigo había recibido un fuerte golpe en la pierna y estaba siendo atendido por el servicio de emergencias. Una vez acabada la espera, nos dirigimos hacia mi casa para dejar mochilas.
Una vez hecho esto, salimos dispuestos a ir a otros centros que les faltara gente. Bajando por el paseo de St. Joan vimos mucha gente junta. Un colegio, así que decidimos ver si podíamos votar ahí. Estuvimos unas dos horas. De mientras, nos informamos de lo que sucedía en Catalunya. Fue espeluznante. Todo el mundo se estaba organizando por las redes y Whatsapp. Terrorismo en cada rincón de nuestra Catalunya. El odio crecía por momentos. Entonces, nos enteramos que el centro en el que estábamos había aguantado abierto porque abrió más tarde, haciendo creer a los terroristas que no abrían ese día. Hubo momentos muy emotivos, en los que no podías evitar llorar de la felicidad y emoción: todos organizados para poder votar de manera eficiente, dejando pasar a gente mayor o con movilidad reducida primero, adultos después, una cola que daba la vuelta al bloque (ese típico cuadrado del Eixample de Barcelona), toda la gente aplaudiendo cada grupo que salía habiendo votado. El proceso fue lento, el sistema no paraba de encontrarse comprometido por las intervenciones de la policía española, que cerraba sitios web relacionados con el censo y el recuento. Finalmente, nos fuimos y cada uno a comer en casa.

Por la tarde dormí un poco porque estaba muerto y me dolía la espalda por uno de los tirones que había recibido. Después, fui a votar en un colegio del casco antiguo en el que no habían entrado (y que después me enteré que no llegaron a entrar; supongo que las calles estrechas les suponían un problema).

Foto y momento histórico.

Conseguí votar con mucha agilidad y rapidez. Toda la organización ahí era admirable; hasta había gente en una calle contigua preparados para hacer tapón en caso de presencia de grupos terroristas.
Al final acabé después en mi colegio antiguo, en el que había asistido porque estaban a punto de tocar las 20h y cerraban puerta para empezar el recuento. Y aguantamos ahí hasta que acabaron. Pasillo a los observadores internacionales y la mayoría de allí aplaudió a los Mossos por no hacer nada en contra nuestra.

Rabia, mucha rabia e odio. Ese es el resumen verdaderamente:
Rabia, odio e impotencia.

No adjunto imágenes ni vídeos por miedo a la ley Mordaza.
 Escrito en español para que llegue a más personas.

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