Eterno como Residente de Calle 13, y sus letras histéricas cantadas manteniendo la calma. En rabia ascendente, sin demasiados acordes, tan brutas como a los brutos a los que critica. Duras y que hacen siempre lo que pueden, en su contexto, en su atmósfera, en su realidad social, haciendo parecer estúpido a todo aquel que busca guerra de barrio, recordándoles siempre que lo que hacen ellos es muy sencillo, y que es más problemático un conflicto nacional o internacional que no cuatro tonterías que solo van en detrimento del propio país. Devolviendo el mundo a su lugar, por estar descolocado, desubicado, en creer que lo virtual es superior al verdadero carpe diem. Vivir el momento sin tener que grabarlo.